28 mayo 2006

Hoy he sentido el fútbol


Faltaban un par de minutos para que llegaran las seis y media de la tarde cuando saltaba al Nuevo Los Cármenes uno de los grandes artífices de todo esto, Paco Sanz, acompañado del Director de Relaciones Institucionales de Ideal, Diario que también celebra su 75 aniversario, para hacer el saque de honor. La afición, como no podía ser menos, correspondió a la labor del periódico granadino durante este tiempo con una calurosa ovación.
Acto seguido el trencilla volvía a pitar el saque del encuentro, esta vez el de verdad, y las gradas enmudecían por unos instantes, expectantes de lo que pasara en el campo. Pasaban los minutos y nadie entendía cómo los jugadores del Carolinense corrían mas que durante toda la temporada, precisamente ahora, cuando no se jugaban nada. Aún así, el buen juego del Granada, muy superior, se dejaba notar a lo largo y ancho del campo. Tanto es así que apenas habían transcurrido diez minutos cuando el Granada había sacado cuatro veces desde la esquina.
Pero no remataba. Una ocasión clara, una chilena que se fué al cielo y en una contra, el balón contra el poste de un superado Gustavo que dejaba un nudo en las gargantas de todos los granadinistas que poblaban el sector A.
Era todo un espejismo. El equipo de La Carolina no le marcaría un gol al Granada por mucho que lo intentara, por mucho que sus jugadores corrieran como si se jugaran mantener la categoría y por mucho que el linier encargado del medio campo del marcador se empeñara en inventar fueras de juego.
La grada se empezaba a caldear. El gol del Granada se hacía esperar. Algunos incluso hablaban ya del cuarto puesto. Otros se dedicaban a discutir sobre quién tenía la culpa de que el Granada descendiera a 3ª.
Por su parte el Arenas, otro de los implicados en la pomada, tenía el marcador en su contra. Esto no podía estar pasando. Era increible que el Granada, pudiendo quedar segundo, no fuera capaz de ver puerta.
La sensación de angustia duró poco.
Poco antes del descanso llegaba el gol de la tranquilidad. El Granada era virtualmente segundo.
Y con este marcador nos marcharíamos al ambigú, mientras los jugadores se retiraban a los vestuarios. El partido estaba encarrilado y la afición se sentía ganadora. El acceso al play-off de ascenso se había conseguido una jornada antes, de manera que lo único que importante era intentar mejorar el tercer puesto en la tabla clasificatoria.
Durante el descanso muchas especulaciones sobre los posibles rivales del Granada. Hagan apuestas.
Y con este ambiente casi festivo se llegaba al segundo tiempo. Lo mejor estaba por llegar.
La afición volcada con el equipo.
Por si acaso, al Granada Atlético le habían pitado un penalti en contra y el Imperio empataba su partido. Mejor no podían andar las cosas.
No parecía que el Granada fuera a jugar a amarrar el resultado. Este equipo no sabe jugar a eso. Sólo podía hacer lo que le gusta, que no es otra cosa que atacar. Los de La Carolina ni veían la pelota. Se dedicaban a llegar tarde y hacer faltas.
Los jugadores del Granada, por su parte, se esforzaban por agradar, las gradas vibraban.
Y en estas andábamos cuando llegó el segundo.
El partido estaba mas que atado. Sólo una debacle podría voltear el marcador.
El festejo del segundo del Granada no fue nada comparado con el festejo del segundo del Imperio. Primero un pequeño grupo cantaba el gol. Al instante toda la grada se levantaba a festejar el primer puesto en la tabla clasificatoria al grito de campeones campeones.
Los jugadores no miraban a la grada, pero se sentían ganadores.
La grada no paraba de cantar hurras al Imperio.
La alegría duró poco. Todo había sido fruto de una broma. Nadie se enfadó. El ambiente era cordial. Fue un momento para reir y soltar adrenalina.
Sonaron algunas de las famosas trompetillas atléticas intentando provocar. La gente no hizo caso. Era la fiesta del fútbol, aunque no era completa. Habrá quien diga que quedar segundos es un grandísimo logro. No seré yo quien les quite la razón. Pero para el histórico quedar segundo no es una victoria sino un paso adelante.
Parecía que todo estaba sentenciado cuando el equipo nos deleitó con un gol que si lo hubiera metido Eto'o habría dado la vuelta al mundo. Una vaselina desde el pico del área a la que el cancerbero carolinense sólo pudo responder siguiendo al balón con la mirada.
Pasarán años hasta que a éste le metan un gol igual. Digno de otra categoría, al igual que sus artífices.
Como decía alguien en la grada, era el colofón a una extraoridinaria temporada. Yo creo que era el regalo que el equipo le hacía a su magnífica afición.
Las miradas estaban perdidas en el cesped, pero los corazones estaban en Albolote y los sentidos concentrados en los auriculares.
No me pregunten nada sobre el partido a partir del tercer gol. No lo recuerdo.
Fue a falta de un minuto cuando nuestros oidos despertaron del letargo a nuestros ojos.
Esta vez era verdad.
Todos a una en pie, saltando, agitando las banderas. Lluvia de confeti.
El Imperio había conseguido doblegar a un atlético que se había dedicado a tirar el balón y perder tiempo desde el momento del empate. Un atlético que sabía que amarrando el resultado nada podía quitarle la primera plaza. Eso es lo que diferencia a unos de otros. A los grandes equipos de los mediocres.
No podía pedirse un final mejor. Campeones en el último minuto de la última jornada.
Los de Albolote le habían metido una canasta sobre la bocina a los autodenominados leones. Leones que por cierto esta noche maullarán poco.
Y tras esto el final del encuentro, una lluvia de apretones de manos y alegría desbordada. Cánticos de campeones, el himno, invasión del campo por parte de los aficionados y abrazos a los jugadores mientras por megafonía se leían los resultados de los implicados y se escuchaba la ansiada frase: Campeón de Liga, Granada Club de Fútbol.
¿Que quienes marcaron los goles? Todos los que estaban en el cesped y todos los que estaban en las gradas. Los niños que agitaban las banderas. Los que portaban las camisetas del 75 aniversario y los que no, los que habían acudido al campo como cada domingo y los que lo hacían por primera vez, los recojepelotas, los utilleros, los que están lesionados, los que jugaron el partido y los que lo vieron desde el banquillo, todos los granadinistas.

Este vídeo es sólo un anticipo. Ojalá el Granada vuelva a donde merece. Estoy convencido de ello.

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